miércoles, 4 de enero de 2017

Jane Dolinger y las esmeraldas de Quito.

Cazador de cabezas mostrando cabeza de enemigo a Jane Dolinger  (indios jíbaros)
Jane Dolinger, nació en 1932, en Pennsylvania, en 1951, después de graduarse de la escuela secundaria con honores, se trasladó a Miami para tratar de encontrar una carrera que convenía a su espíritu aventurero. Durante un tiempo, trabajó como secretaria en las oficinas de Miami de una aerolínea brasileña, tomó clases de modelado y se convierte en escritora viajando junto a Ken Krippene (escritor).  

Jane Dolinger junto a  Ken Krippene (1955) su esposo.
Viaja por las partes más increíbles, casi por cuarenta años, viaja por el mundo y escribe sobre sus aventuras, desde la selva amazónica hasta las arenas del Sahara, pasando por los mares del Sur y muchas otras latitudes alejadas. En uno de los capítulos de su libro Inca de Oro, vuelve a contar una historia que escuchó durante sus tiempos pasados en Quito, se trata de los cuatrocientos años de la leyenda de la mina de esmeraldas, y que Jane también buscó, mina que viene desde el tiempo de los Incas y el vínculo más reciente, con esta historia es de  Stewart Connelly,  un joven explorador estadounidense que fue el que la encontró.

Indio Jíbaro le muestra a Jane la cabezas que
será achicada o jibarizada. 
Esta historia de la aventura de Connelly  se puede encontrar hoy en día en los archivos de la Directora de Minas en Quito, Ecuador. El único registro conocido de su casi increíble hazaña, que consiste en unas pocas páginas amarillentas y parcialmente destruidas en el que Connelly garabateó su diario personal, y representa la clave de uno de los más ricos tesoros perdidos de la historia. Dentro de esas pocas páginas, Connelly  describe la ubicación exacta de la mina.

Jane Dolinger, que pasó un tiempo considerable en Ecuador y volvió a rescatar la leyenda existente, sin que ella la pasara por alto, esta historia comienza en 1924 con la llegada de Stewart Connelly  a  Quito. Un veterano de la Primera Guerra Mundial americana,  que llega a Ecuador inspirado por las leyendas de los conquistadores, y al igual que otros llegó en busca de las esmeraldas Incas.

Se dirigió al noreste de Quito y a lo desconocido, las semanas se convirtieron en meses. No regresó y en Quito fue olvidado. Pero nueve meses después los Curas de la misión de Ahuana en el Río Napo fueron testigos de un hombre blanco barbado desnudo nadando desesperadamente por el otro lado del río; era Connelly, los curas lo sacaron del agua demacrado y delirante y lo cuidaron hasta que sanó. Semanas más tarde Connelly  abandonó Ahuana, sin antes expresar su agradecimiento regalando una gran esmeralda a los Curas.

A su regreso a Quito Connelly  cuenta una increíble historia de supervivencia y los descubrimientos, tribus de caníbales, mujeres hermosas nativas desnudas, la lucha contra el médico brujo, y sobrevivencia al ataque del cocodrilo. Y lo más importante, y con la ayuda de un amigo nativo, encuentra el depósito de las esmeraldas más grandes y de alta calidad de la legendaria mina Inca.

Fotografía de Jane en el río Upano,
selva del Ecuador
La primera prioridad de Connelly estaba en establecer la concesión, o reclamación. Su mayor problema era que tenía muy poca idea de su ubicación. Sin embargo, sí tenía claro conocimiento de la zona en general y cuales eran los marcadores del terreno que rodeaban el depósito; montañas, un "río de sangre", y acantilados negros. El Ministerio de Minas le otorgó una gran franja de concesión con la expectativa de hacer una segunda expedición con el fin de dar con la ubicación exacta. Todo esto se basaba en las descripciones que él había dado y las piedras que Connelly llevaba en la mano.  (Este tipo de cosas son difíciles de mantener en secreto).

Connelly sembró una fuerte atracción y atención a esta historia en la que fue sometido a presiones diversas y se vio tan asediado por aventureros que finalmente organizó una expedición bien armada y en 1925 se dispuso a conseguir su premio. Este fue su final, la expedición desapareció y no hay rastro de su destino y nunca se supo más de ella.

Y esta historia "moderna" sobre la leyenda de las esmeraldas Incas y sus minas, fue escrita por Jane Dolinger en 1955. Jane muere el primero de Septiembre de 1995 a la edad de 62 años.




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