miércoles, 3 de febrero de 2021

Los tesoros de la Alemania Nazi.

Por: Alejandro Glade R. 


Indiscutiblemente como siempre suele ocurrir en todas las guerras, Alemania en su época de gloriosos triunfos en los que se apoderó de las naciones que pisaban las botas de sus soldados, se hizo dueña y señora de cuanto caía en su poder.

El botín de la victoria suele ser abundante y los triunfadores entran  con su saco en los países que conquistan o dominan. Esta es una constante común en todas las épocas  porque desde siempre la ley del más fuerte impone sus condiciones sobre el vencido y no reconoce derecho alguno al que queda sometido.

Los tesoros de todas las naciones han estado siempre en movimiento a través de las épocas, agitadas siempre por las continuadas guerras que se han abatido sobre las gentes de la tierra, bajo banderas de uno u otro signo. Por tanto, cuando Alemania extendía sus poderosos tentáculos apresaba cuanto encontraba a su paso y muchas obras de arte, ejecutadas por maestros de la pintura, escultura y de la orfebrería fueron trasladadas con toda clase de cuidados a la capital del III Reich.

El mismo Goering era poseedor de una pinacoteca en la que se encontraban lienzos de los más grandes maestros,  y que procedían del botín y del saqueo de museos de los países ocupados. Riquezas procedentes de todas partes de la Europa en llamas, entraban como un inagotable torrente en la Alemania hitleriana victoriosa por aquel entonces.


Pero cuando sobrevino la derrota, todo cuanto se había reunido como saqueo artístico, ¿Qué se hizo? ¿Adónde fueron a parar las obras de arte que no fueron destruidas por los bombardeos, cuando los rusos se apoderaron de Berlín? Posiblemente muchas de aquellas obras inmortales ya habían sido escondidas con antelación al grave peligro que amenazaba a Alemania  por la inevitable derrota. Fabulosas cantidades de cuadros, esculturas, objetos preciosos, debidamente embalados, fueron conducidos a lugares secretos y escondidos. Las operaciones se realizaron con detenido planeamiento anterior, determinándose que aquellos que participaron en las últimas fases de tales operaciones jamás pudieron decir el lugar donde las obras, que eran patrimonio nacional y orgullo de la humanidad, pudieran revelar el secreto que quedaba reducido a un número muy limitado de personas de total confianza. Aun siendo así, después de la derrota muchos de aquellos tesoros quedaron definitivamente ignorados en su emplazamiento, sin que hasta la fecha se haya sabido jamás nada de su último destino.


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